miércoles, 2 de febrero de 2011

Carrer de Pelai, 3

La culpa, la autocensura, los monstruos que llevamos dentro, los espejos, las raíces. Dónde nos hemos dejado el manual de instrucciones. Cuáles serán las coordenadas de mi siguiente asalto.

Mis dedos teclean Berlín, Lanzarote, Granada, Carrer de Pelai, Košice, La Plata, provincia de Buenos Aires. Google Maps me lleva de un sitio a otro, calculo kilómetros, rutas a pie, rutas en bicicleta, voy tejiendo figuras aleatorias de las que quizás se podría distinguir alguna vez algo, el mapa de la antigua Babilonia, la no pipa de Magritte, el perfil de Dalí o por fin el kibbutz del deseo. Juego con las distancias, las despojo de su estatismo, las hago trizas barajando cifras absurdas para que los kilómetros no duelan tanto.

Viví tres meses en un Berlín en el que absolutamente nada era descartable. Hubo nihilismo, risas, música que sonaba en todos los vagones, Sternis, Kottis, puentes que se tendían de y en todas direcciones, manos llenas, magia. Ahora me gustaría hacerle un homenaje justo pero ya es demasiado tarde. El telón ha caído, los técnicos ya han recogido el decorado y los actores se están repartiendo el dinero. La obra fue preciosa, eso sí.

Vuelvo a escribir para intentar reconocerme en las palabras con las que antes construía trampolines y puntos de fuga. Pero ahora no quiero exhibición ni galería, sólo quiero poner en orden algún sujeto, alguna cópula y algún predicado y, algún día, dejar de creer en el efecto terapéutico de las huidas.

jueves, 27 de enero de 2011

La conversación de los tres caminantes


Eran hombres que sólo caminaban caminaban caminaban. Eran altos, barbudos, llevaban sombreros de cuero y chubasqueros largos, se llamaban Abel, Babel y Cabel y hablaban entre sí mientras caminaban. Caminaban y miraban a su alrededor y hablaban sobre lo que veían y sobre otras cosas que habían visto antes. Cuando uno hablaba, los otros dos callaban y escuchaban o miraban alrededor y escuchaban otras cosas, y cuando el primero había terminado de hablar, hablaba el segundo, y luego el tercero, y los otros dos escuchaban o pensaban en otras cosas. Caminaban con buenos zapatos pero sin equipaje, iban sólo con lo puesto... Eran parecidos, pasaban por hermanos pero no eran hermanos, eran tan sólo hombres que caminaban caminaban caminaban después de haberse encontrado casualmente.

(traducción aproximada de un texto de Peter Weiss)

Das Gespräch der drei Gehenden

Es waren Männer, die nur gingen gingen gingen. Sie waren groß, sie waren bärtig, sie trugen Ledermützen und lange Regenmäntel, sie nannten sich Abel, Babel und Cabel, und während sie gingen, sprachen sie miteinander. Sie gingen und sahen sich um und sie sprachen darüber und über anderes, was sich früher gezeigt hatte. Wenn einer sprach, schwiegen die beiden anderen und hörten zu oder sahen sich um und hörten auf anderes, und wenn der eine zu Ende gesprochen hatte, sprach der zweite, und dann der dritte, und die beiden andern hörten zu oder dachten an anderes. Sie gingen mit festen Schuhen, doch ohne Gepäck, trugen bei sich nur, was in den Taschen der Kleidungsstücke lag,... Da sie einander änlich waren, wurden sie von den Passanten für Brüder gehalten, sie waren aber keine Brüder, waren nur Männer, die gingen gingen gingen, nachdem sie einander zufällig begegnet waren.